“Lo que sientes
nunca es la realidad
aunque damos por sentado
que eso es
lo objetivo y constante y eterno
de la vida.
Sientes por diseño
y por diseño puedes desactivarlo
aunque no siempre a voluntad
ni a voluntad dirigir lo que sientes
salvo que uses de agentes externos
que te susciten lo que quieras sentir
pero al pisar la realidad tras sus efectos
vuelves a quedarte sin voluntad
y eso duela.
Quizá las hormonas
o el instinto genético
unido sistemas involuntarios
e incluso al inevitable pensamiento,
sea todo lo que nos hagan sentir
si aquello es bueno o malo para el sintiente
y a sus consecuencias contextuales
junto con el resto de realidades
de análoga manera repercutiendo
le llamemos realidad.
Si podemos mitigar o eliminar dolor,
si podemos inducir o sugestionar alegría,
entonces no tenemos más albedrío
que esa apariencia nombrada como libertad
¿o acaso no será ella
quien siempre es y será lo máximo conseguible
de bien y de mal proporcionado o infringido
según las circunstancias confluyentes?
¿Acaso sin las circunstancias oportunas
puede devenir?
Por eso vivimos la realidad tergiversada
por todos esos mecanismos que nos la traducen
y para unos será bueno y otros malo
los mismos elementos actuantes
porque según el estatus personal
la expectativa será dirigida por la necesidad
siendo éste el único máximo exponente real
pero que se hace común
en que objetiva y constante y eternamente
cada cual siente
como solo cada cual
sabe sentir.”