Oct 15, 2021
Estimados compañeros buscadores,
A todos vosotros que sois como yo, almas en búsqueda de una Verdad que se nos ha vedado por nacer como humanos, me dirijo desde el mismo plano horizontal de la tierra que pisamos y compartimos. ¡Qué sé yo si sois muchos o pocos, si no os he contado! ¿Y qué más da cuántos seamos? Digo algunos pocos nombres propios, José Luís de Plural XXI, Iru Landucci, José Luis Camacho, Enrique de ELV, Antonio Hidalgo, Tacuabé, hermanos Barea, Alejandro Bobby K., Peter de la Caverna, Javi, Mario, y un grueso de cuyos nombres no quiero acordarme para no extender el rollo. A todos vosotros que lleváis toda la vida (como yo la mía), entregando la nuestra para dar respuesta a este galimatías cósmico, a este quilombo in crescendo, al acertijo de una esfinge borracha y truhana que a todas horas nos hace trampas, por favor, prestad atención:
Algún iluso dijo que los seres humanos son iguales. Pero nada en la creación es idéntico: la naturaleza encontró en la igualdad un anatema cosmogónico. ¡Ni el blanco de nuestros ojos resulta igual! Somos, eso sí, semejantes, y nuestra semejanza (divina, según las escrituras, aunque les pese a nuestros enemigos), reside en esa peculiaridad honesta e ingobernable de ansia de Verdad y Conocimiento. A algunos de vosotros os identificarán como investigadores, o como youtubers, o como divulgadores, a otros como escritores, o filósofos, o matemáticos, o alquimistas, o ufólogos, o viajeros, o astrólogos, o científicos, o músicos, o místicos, u outsiders, o terraplanistas, o simplemente como tipos raros, negacionistas, o putos locos. Es hora de aniquilar todas esas etiquetas tan ajenas a la Verdad que veneramos, y actualizar nuestra posición a unos tiempos a los que no hace falta esperar para comprobar que algo está cambiando. Algo ya ha cambiado. Veamos si esos cambios pueden aprovecharse a nuestro favor.
Os hago llegar dos recientes descubrimientos:
DESCUBRIMIENTO 1:
Suelo pasar cierto tiempo en bibliotecas. El martes de la semana pasada fui al baño de la biblioteca municipal, como de costumbre, a las nueve de la mañana. Hasta de eso (cagar), he hecho una viciosa rutina camuflada de disciplina. Pero esta vez, ocurrió algo. Estaba sentado en el retrete, cuando de repente, tuve la ridícula visión de mí mismo, y me formulé la pregunta: ¿Cuánto más voy a seguir así? Y aquí extiendo la pregunta: ¿Cuánto más vamos (vais, van) a seguir así? Encontré la respuesta de manera súbita: poco, muy poquito tiempo más. La cuenta atrás se acelera a medida que se acerca al cero; el agua gira más rápida alrededor del desagüe cuando queda poca. Tuve que verme en el espejo, semblante indigno, apretando la evacuación, con una mascarilla colgando de las orejas, unos libros viejos que nadie lee en el suelo sucio, una bombilla tintineante alumbrando mis excrementos, olor a desinfectante sintético… El mundo cayéndose a pedazos, la humanidad en la encrucijada, últimos compases del manvantara, y yo estreñido e incómodo en la biblioteca. No se trata sólo de una iluminación escatológica (en ambos sentidos de la palabra), sino asimilar como un relámpago que no vamos a poder seguir mucho tiempo más operando en esta frecuencia. Ya se ha difundido el mensaje. Ya se han escrito los libros, subido los videos, dado las charlas. ¿También veis como yo que esta vía está muerta? Nos engañaron, una vez más: esta no es una guerra de la información; la información siempre estuvo ahí, accesible a quien quiera acceder. No se trata de información. Siempre se trató de una guerra por el Conocimiento, y es momento de demostrar que el nuestro es operativo.
Dentro de muy poco tiempo, nada de esto que hacemos tendrá sentido hacerlo más. Ya no lo tiene hoy, pero nos empecinamos en el hábito (vicio, diría yo) de creer que el esfuerzo de nuestro trabajo es proporcional a un despertar de la conciencia que se dará o no se dará de todas formas, hagamos lo que hagamos. En breve se delatará con dolor nuestra dependencia para con nuestros enemigos a la hora de exponer sus planes, y lo que es peor aún (traga saliva que esto es jodido), la función de esa exposición en dichos planes. ¿Alguna vez consideraste la posibilidad de que descubrir la trampa forme parte del mecanismo de la trampa? Pues el cepo se está cerrando y todos tenemos puesta la pezuña. Ni las barritas de oro de Daniel Estulin, ni los generales rebeldes de Rafapal, ni los ovnis de Rimbel, ni los gigantes de Alberto Canosa, ni los mantras de Luis Carlos Campos, ni las criptomonedas de Mr. Santos, nos van a ser de mucha ayuda. Hemos cometido el error (quizás no teníamos alternativa) de fundamentar nuestra resistencia en una red suministrada, gestionada y administrada por el enemigo. Es como si fuéramos moscas informando y alertando sobre la amenaza arácnida, en el foro abierto y libre de una telaraña.
Y esto nos lleva al segundo descubrimiento:
DESCUBRIMIENTO 2:
Nuestra consciencia individual, por muy expandida y despierta que presuma estar, resulta fragmentaria y escasa para encarar esto que viene. Nuestra consciencia puede estar enfocada en tal o cual tema, la de uno en la composición de la vacuna, la de este en la Tierra plana, la del otro en el Blue Beam Project, en los ovnis, en la programación mental de las masas, geoingeniería, armas climáticas, lo que sea, y así, la consciencia, embelesada con lo que sabe, se ciega a sí misma con relación al pozo de obscuridad en el que cualquier individuo habita. Como entidades individuales, somos niños tontos que pretenden completar un puzle de mil piezas con una única pieza. Por mucho que giremos y conozcamos la pieza, no encaja. Dependemos de las piezas de los otros niños tontos, y para tener acceso a ellas, hay que empezar por soltar la pieza que tenemos entre manos y ponerla sobre la mesa. Estamos condenados a la cooperación entre nosotros si queremos sobrevivir en los próximos años. ¿Años? ¡Qué pretencioso! Dejémoslo en meses, semanas, días.
Esta cooperación transciende el compartir información por internet o abrir grupos de telegram. Tenemos poco tiempo para establecer una red orgánica y humana de cooperación entre semejantes, que consiga hacer frente a la red tecnológica y antihumana que ya está desplegada a nuestro alrededor, y que solo espera la acción de la manivela. Smart manivela cuántica con tecnología 5G integrada con inteligencia artificial y procesamiento de datos por megacomputadores… pero manivela, al fin y al cabo. Si es una máquina, se puede sabotear. Si conseguimos formar una estructura sencilla y orgánica de funcionalidad antagónica a la de nuestro enemigo, nuestra vida podrá buscar (y de una vez por todas, ¡encontrar!), nuevas áreas de expresión.
No nos hacen falta ni cables, ni antenas, ni internet. Sólo usar la facultad humana que se nos ha calcificado tras años y años de educación obligatoria, contaminación electromagnética, programación mental, alienación social, castración espiritual. El ser humano no ha sido creado para programar por computación o habitar en internet, sino para mejorar su entorno vital y desarrollar redes de cooperación con sus semejantes. Eso es lo que sois para mí (semejantes) y eso es lo que os propongo hacer: actuar como tal, actuar como humanos.
Esta es mi propuesta. Quizás todo esto os parezcan gilipolleces. Algunos lo evaluarán como poco pragmático, demasiado idealista, ciertamente misterioso. Pero el inminente advenimiento de una sociedad absolutamente atomizada y tecnológicamente controlada hasta extremos que ni si quiera este hatajo de conspiranoicos puede concebir, exige que establezcamos esa red. O al menos que lo intentemos mientras tengamos margen para ello. La picadora de carne del sistema nos triturará en menos de lo que creemos si no cooperamos a cierto nivel que transciende las redes sociales. No se trata de canales, seguidores, likes, videos, grupitos… sino de un trabajo profundo consistente, en primer lugar, en reconocernos entre nosotros, para después conocernos, y finalmente, entre todos, conocer. Pues solos no podemos.
Sigo pensando lo mismo que cuando en 2009, terminé La Danza Final de Kali con esta sentencia: ¿Qué palabra elegimos para cerrar esta obra y abrir el silencio que destruye cualquier interrogante? La palabra que nos define como seres humanos: conocimiento.
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